Al
que prepara el camino al Mesías, Juan el Bautista, le toca barrer
los caminos, quitar obstáculos, limpiar, arreglar la senda para que
se pueda transitar sin dificultad. Copiémonos de Juan. Vayamos
detrás de él con nuestra vela, intentemos prender luz de la llama
de su profunda fe.
¡Pongámonos
en camino, con ánimo, incansablemente! Merece la pena el esfuerzo.
No podemos quedarnos parados. Con el Bautista aprendemos a no ser
protagonistas sino servidores, gente que señala dónde está Belén,
dónde está el misterio del Dios que se encarna y se hace pobre para
compartir nuestra vida.
La
esperanza del Adviento nos impulsa, no se puede quedar quieta.
¡Adelante!
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