Hoy, Miércoles de Ceniza comenzamos
la Cuaresma. Jesús tuvo su cuaresma en el retiro del desierto. A él
se retiró para tratar de ver con más claridad lo que el Padre
esperaba de él. Es difícil que Dios hable entre el bullicio, cuando
tenemos la mente llena de preocupaciones ajenas al plan de Dios.
Con la Cuaresma, se trata,
fundamentalmente, de llegar
a celebrar la Pascua de este año, un poco más
resucitados. Habiendo vencido un poco más a
los miedos, a la desconfianza, a la falta de sensibilidad.
Se trata de poner un poco más de paz y
orden en nosotros mismos, haciendo que nuestros
pensamientos, nuestros deseos, y nuestras actitudes estén más en
sintonía con el evangelio, y con mayor decisión en el seguimiento
de Jesucristo. No es un tiempo de
grandes penitencias, ni grandes sacrificios, sino de
grandes o pequeñas superaciones de nuestras perezas para
servir mejor al Reino de Dios, en la fraternidad, la compasión, la
solidaridad y la justicia.En el camino de nuestra vida hay demasiadas piedras en el camino, que nos impiden caminar. Ir apartando esas piedras, y despejar el camino, para que el “Ven y sígueme” de Jesús, sea posible.
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