viernes, 27 de mayo de 2011

MARÍA

En la figura de la Virgen María, tenemos el modelo de ser testigo e ilumina nuestro modo de ser cristiano.

Si pensamos en una taza y queremos llenarla es evidente que para ello tiene que estar vacía.
En nuestra relación con los demás estamos llenos de nuestros problemas, preocupaciones, o incluso diversiones…, es imposible que acojamos a los otros porque cuando nos hablan no tenemos espacio libre, estamos llenos de nosotros mismos. Seguro que todos nosotros hemos experimentado alguna vez el gozo de encontrarnos con personas que nos escuchan, nos acogen y nos dan confianza. Sin apenas darnos cuenta nos comunicamos. ¡Qué poco abundan y qué felices nos hacen! Son personas con la taza vacía.

Como María, la que guardaba las cosas en su corazón. Siempre dispuesta a acoger, para llenarse de Dios y de los demás. En María descubrimos como debe ser la comunicación con Dios.
María dijo sí, sin pensárselo dos veces. Puso su vida al servicio de Dios aceptando su voluntad. María dejó todo y se fue a ayudar a Isabel cuando hubiese sido más fácil reclamar ser el centro de atención. María está dispuesta a echar una mano, a ayudar a los demás, a estar ahí…

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