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En la plaza
de S. Pedro abarrotada de gente, con la mirada de muchísimos millones de
creyentes desde todo el mundo a través de los medios de comunicación se
oyen unas palabras latinas, sacadas del evangelio de Lucas que hablan
de “buena noticia”, de “alegría”.
Pues sí,
toda la comunidad cristiana de Roma y la cristiandad con ella, estallan
de alegría al ver la sorpresa de un nuevo Obispo de Roma, sucesor de
Pedro y Pablo venido de un país latinoamericano.
El Padre
Bergoglio, que así le gusta que le llamen, no “eminencia”, después de
saludar a su comunidad romana, presente en la plaza y antes de dar la
bendición, le pide que ore por él y haciendo silencio y en un gesto de
profunda humildad, él mismo se inclina ante los hermanos.
Francisco I
evoca a dos creyentes gigantes en la fe que siguieron a Jesús de Nazaret
en radicalidad, Francisco de Asís y Francisco Javier.
Que ellos
intercedan ante este nuevo papado que ayude verdaderamente a toda la
Iglesia a renovarse interiormente y vivir los valores del evangelio con
radicalidad y así sea verdaderamente “Iglesia de los pobres”.
Humildad,
sencillez, oración y pobreza parecen ser los primeros gestos de este
nuevo papado que nos abren el corazón para orar por toda la humanidad.
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